miércoles, 14 de enero de 2009


Su mano descubrio una curva alrededor de mi codo y descendio despacio por mi brazo y las costillas para luego recorrer mi cintura y avanzar por mi pierna hasta la rodilla, donde se detuvo, y enrosco la mano en torno a mi pantorrilla.

Contuve el aliento. Edward jamas se permitia llegar tan lejos. A pesar de la gelidez de sus manos, me senti repentinamente acalorada. Su boca se acerco al hueco de la base de mi cuello.

-No es por atraer tu colera antes de tiempo- murmuro-, pero ¿te importaria decirme que tiene de malo esta cama para que la rechaces?

Antes de que pudiera responder, antes incluso de que fuera capaz de concentrarme lo suficiente para encontrarle sentido a sus palabras, Edward rodo hacia un lado y me puso encima de el. Sostuvo mi rostro con las manos y lo oriento hacia arriba de modo que mi cuello quedara al alcance de su boca. Mi respiracion aumento de volumen de un modo casi embarazoso, pero no me preocupaba avergonzarme.

-¿Que le pasa a la cama?- volvio a preguntar-. Me parece estupenda.

-Es innecesaria- me las arregle para contestar.

Mis labios perfilaron el contorno de su boca antes de que retirase mi rostro del suyo y rodara sobre si mismo, esta vez mas despacio, para luego cernerse sobre mi, y lo hizo con cuidado para evitar que yo no tuviera que soportar ni un gramo de su peso, pero podia sentir la presion de su frio cuerpo marmoreo contra el mio. El corazon me latia con tal fuerza que apenas oi su amortiguada risa.

-Eso es una cuestion discutible- discrepo-. Seria dificil hacer esto encima de un sofa.

Recorrio el reborde de mis labios con su lengua, fria como el hielo.

La cabeza me daba vueltas y mi respiracion se volvia entrecortada y poco profunda.

-¿Has cambiado de idea?- pregunte jadeando.

Tal vez habia reconsiderado todas sus medidas de precaucion. Quizas aquella cama tenia mas significados de los que yo habia supuesto. El corazon me dolia con cada palpitacion mientras aguardaba su replica.

Edward suspiro al tiempo que giraba sobre un lado; los dos nos quedamos descansando sobre nuestros costados.

-No seas ridicula, Bella- repuso con fuerte tono de desaprobacion. Era obvio que habia comprendido a que me referia-. Solo intentaba ilustrarte acerca de los beneficios de una cama que tan poco parece gustarte. No te dejes llevar.

-Demaciado tarde- murmure-, y me encanta la cama- agrege.

-Bien- distingui una nota de alegria mientras me besaba la frente-. Tambien a mi.

- Pero me parece innecesaria- prosegui-. ¿Que sentido tiene si no vamos a llegar hasta el final?

Suspiro de nuevo.

- Por enesima vez, Bella, es demasiado arriesgado.

- Me gusta el peligro- insisti.

- Lo se.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Dejame un mimo