miércoles, 1 de agosto de 2012

Volver a Garmendia del Viento




Siempre había tenido miedo de que me desestabilizaran mi tristeza, creía q en ella estaba mi paz y mi seguridad, por eso me conforme gustoso con lo que la vida me entrego. 
Debo confesártelo. Sigo teniendo miedo. Pero este es un miedo distinto. Me has hecho tener conciencia de mis vacíos, contigo he emprendido una búsqueda interior que no para de hervir dentro de mí y a la cual no estoy siquiera seguro de encontrar la solución. Pero he empezado a caminar.
Espero que no sea demasiado tarde. En mis tantas noches de insomnio, el cielo me ha enseñado que hay un momento en el que el muy tarde se nos puede volver el muy temprano. Es solo un instante que se apaga y enciende en un suave destello, cuando la noche agonizo en brazos del primer rayo de luz naciente. Espero que este sea ese momento.
Estos días de reflexión profunda me he dado cuenta que entre más fiel es uno a uno mismo, mas infiel puede terminar siendo a los demás.
Me diste alas y alegría, ganas de reír y llorar. Has provocado un renacimiento que ha hecho florecer mis días vacíos.
Si tuviera que definirme en una palabra diría: efervescente. Si, así me siento desde que te conocí.
Has ayudado a simplificar mi alma. Me has hecho sentir una fatiga de amor desconocida.
Estos largos días de espeso silencio tus ojos me han conducido con su luz iluminando tinieblas. Tu sombra, adherida a mi cuerpo, ha acompañado mis sudores. No he dejado de estar en ti ni un solo instante.
Ahora ya sé que, si no te tuviera, seguiría amándote. Porque el amor no puede ser posesión. Lo he comprobado al tenerte sin tenerte. Por encima de todo quiero que sepas que te amo, así sin más. Pero como simple mortal, también quiero que sepas que te deseo con toda mi alma.
Tú me has quitado el temor a vivir. No sé que nos espera, pero siento que contigo voy a empezar de nuevo una andadura más plena e intensa. Ahora, ya sé que tengo un alma. Tú la revelaste ante mis ojos, reconociendo la tuya, he descubierto la mía.
Durante todo este tiempo mi cobardía muda se había extraviada entre dudas oscuras, pero de pronto, en el negro cielo de mi alma ha empezado a brillar una estrella luminosa que encandila mis deseos... me está quemando con su luz. Quiero empinarme hasta alcanzarla con mis manos y ponerla en mi pecho como escudo... ¿me dejas alcanzarte?
Ven... acércate más para tocarte el alma
(Carta de Angel a Estrella)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Dejame un mimo